Amores eternos

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Desnuda se sentía igual que un pez en el agua, vestirla era peor que amortajarla;
inocente y perversa como un mundo sin dioses, alegre y repartida
como el pan de los pobres. No quiso retenerla, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Le dio sus noches y su pan, su angustia, su risa, a cambio de sus besos
y su prisa;con ella descubrío que: Hay amores eternos
Que duran lo que dura un corto invierno.

Conservó un beso de carmín que sus labios dejaron

impreso en el espejo del lavado,una foto amarilla, un corazón oxidado,

Y esa sed del que añora la fuente del pecado.

Antes que la carcoma de la vida cotidiana acabara durmiendo
en su cama,pagana y arbitraria como un lunes sin clase se fue de madrugada.

No quiso ser de nadie.