Hay una razón por la que aprendendí a lastimarlos. Me gusta hacer notar que soy alguien dura y fría. Me gusta, porque así pienso que nadie se va a animar a lastimarme, me gusta porque así puedo levantarme con la frente bien alta y riéndome de los que creen dolerme, tocarme. Me gusta hacer notar que soy muy arriesgada, para que cuando tenga que dar excusas. Pero la verdad es que me convertí en eso porque en algún sitio, muy profundo, creo que puedo deshacerme de lo que nos persigue a todos. La flaqueza, la Debilidad, la humillación.
No sólo me pasa a mí. La verdad es que no sé de nadie que no haya sido débil por algo o alguien. Y aunque intentemos cortar el dolor con la frialdad y la insensibilidad o dejarlo metido en un armario, nuestros esfuerzos normalmente fracasan.
Así que el único modo de limpiar las cicatrices es pasando página. O dejando que las viejas historias descansen. Que por fin, por fin, descansen.
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